Caspalá es un pueblo de aproximadamente 300 habitantes ubicado en los valles de altura de Jujuy a 3 mil cien metros sobre el nivel del mar. En 2021 fue reconocido por la ONU Turismo como uno de los Mejores Pueblos Turísticos del Mundo. Tras más de dos años de querer conocer este lugar, nuestro sueño se hizo posible.
Hace 15 años atrás, llegar a este pueblo, era una travesía casi utópica. Se debían afrontar largas caminatas por caminos de herraduras. Al día de hoy, hay dos formas de llegar con vehículo, por un lado a través de Humahuaca, accediendo por la Ruta Provincial 73 y por otro por la Ruta 83 atravesando el Parque Nacional Calilegua y continuando con un largo trayecto a través de la yunga.
En ambos casos se debe viajar durante varias horas para llegar a este pueblo enclavado entre ríos y cerros de 4 mil metros de altura. Incluso hoy se puede llegar en colectivo.
Para ello, se debe tomar el bus en la ciudad de Humahuaca y acomodarse bien en el asiento, para transitar las 8 horas que dura el viaje por un camino de ripio, curvas y cornisas.
Nosotros tomamos el colectivo de la empresa Armagedon a las 5 de la mañana en la terminal de Humahuaca. Aún era de noche cuando comenzamos el viaje y tomamos el ripio de la Ruta Provincial 73, que se extiende por 120 kilómetros para llegar hasta Caspalá.
A medida que avanzamos se asciende hasta los 4500 metros sobre el nivel del mar al Abra de Zenta, dejando atrás las comunidades de Pucará, Ciancio, Hornocal y Palca de Aparzo. El camino se va iluminando a medida que amanece y así comienza a dilucidarse la complejidad del mismo.
Curvas y contracurvas se suceden por entre los cerros que muestran la más amplia diversidad geográfica, ya que se observa una transición entre la Quebrada y la Puna, con el comienzo de la Yunga. Con el paso de las horas pudimos ver vicuñas, guanacos y zorros a los lados del camino y una enorme laguna completamente congelada debido a las bajas temperaturas de la noche.
Al llegar a la altura de Santa Ana, la ruta se bifurca con más curvas, pendientes pronunciadas y precipicios. Desde allí son solo 31 kilómetros para llegar a Caspalá, pero debido a la dificultad del camino, se tarda otras dos horas para llegar a destino.
Este hermoso pueblo perteneciente al departamento de Valle Grande, se encuentra a 3100 metros de altura a espaldas del famoso Hornocal. En el 2021, fue elegido por la Organización Mundial del Turismo como el cuarto Mejor Pueblo Turístico de todo el mundo. Para seleccionarlo tuvieron en cuenta su compromiso con la promoción y la conservación de su patrimonio cultural, y su estilo de vida rural y comunitario.
Al llegar nos encontramos con una oficina de turismo que reluce su insignia de “Best Tourism Villages”, y en donde se lleva un registro de todos los turistas que ingresan al pueblo. Allí nos brindaron información sobre los diferentes recorridos para realizar como la caminata hacia Pueblo Viejo, la Cascada Casa Mocha y el mirador El Antiguito.
Como sólo nos quedaríamos 24 horas, visitaríamos la Cascada y el mirador, quedándonos pendiente para una próxima visita el trekking hacia las ruinas arqueológicas de Pueblo Viejo o Pueblo Antiguo, así como también la Cascada del Silencio.
Un lugareño también nos comentó acerca de un sitio poco conocido, en dirección a La Loza, donde se encuentra un tramo del Camino del Inca con escalinatas empedradas. Pero también será parte de nuestra próxima visita.
Tras dejar registro de nuestro ingreso, caminamos por sus empinadas callecitas de piedra hacia el alojamiento que teníamos reservado hace ya unos meses: el Hospedaje Santa Rosa. Allí nos esperaba Claudia con una sonrisa y una cálida bienvenida. Casi como llevando un control personalizado de cada turista, nos recibió con un “Estaba preocupada que no llegaban todavía”. Su hospedaje queda en la última manzana del pueblo, con una vista limpia hacia un enorme cerro.
Tras un veloz almuerzo, salimos a caminar para aprovechar lo que quedaba de la luz del día. Romi, nacida y criada en Caspalá, bordadora y guía del pueblo, nos condujo hacia el mirador El Antiguito, desde donde pudimos tener una vista panorámica desde las alturas.
Ella nos contó que las piedras con formas de asientos y mesa que se encuentran en el mirador, son ancestrales y estiman que fueron colocadas por los Incas. “Siempre estuvieron ahí por algo y nosotros no las movemos”, explicó. También nos dijo que ese lugar era uno de los más elegidos por los locales para descansar y contemplar su poblado.
Luego de algunos minutos, nos dirigimos hacia la Cascada Casa Mocha, bajando nuevamente hacia las callecitas y caminando durante una media hora por el borde del río. En el camino pudimos cruzarnos con algunos lugareños que pasaban con sus caballos y otros que se encontraban trabajando con sus tierras.
Si bien por la fecha no es una época con grandes cantidades de agua, la Cascada es un lugar de mucha tranquilidad en el que pudimos apreciar el maravilloso atardecer de Caspalá.
Durante todo el recorrido, Romi le ofreció dos de sus coloridos rebozos a Mili y Karen (mi hermana), para protegerse del frío durante la caminata. Nos pareció un enorme gesto que alguien del lugar preste parte de la vestimenta tradicional a dos viajeras recién llegadas al pueblo. Nos contó que esos rebozos los había bordado ella, con una técnica que aprenden desde muy pequeñas la mayoría de las mujeres de allí.
Es que el bordado, es una de las actividades principales de las Caspaleñas. En la entrada al pueblo, una pequeña galería exhibe los trabajos que cada una de ellas realizan tras muchísimas horas de confección. “Algunos bordados nos llevan dos o tres meses, depende de la complejidad del dibujo”.
El bordado ya es parte de su vida desde sus primeros años. Incluso muchas de las mujeres que tienen animales, se pasan tardes enteras en sus tierras observando a sus ovejas, vacas o cabras, mientras bordan sin parar, para aprovechar el tiempo al máximo. De hecho, sus bordados están inspirados en las diferentes flores de la región.
Su vestimenta regional tiene su propia vida e historia y es resultado de un largo proceso de transformaciones que llega hasta el día de hoy. Con sus coloridas prendas, las mujeres resaltan entre el gris de las calles y el tostado claro de las casas de adobe.
Además de sus floreados rebozos y sus largas polleras, llevan bellísimos sombreros adornados con coloreadas cintas y figuras de diferentes animales moldeadas en plata. Por todo esto, su vestimenta es símbolo fundamental de este pueblo y de su identidad social.
El silencio que existe en Caspalá, es algo que pocas veces experimentamos. Cada tanto escuchamos el golpeteo de algún martillo en alguna obra en construcción o el silbido del viento por entre las calles. Pero no mucho más.
Es que a pesar de la conexión de las Rutas 73 y 83, no es mucho el caudal de turistas que llegan al pueblo, por lo que se mantiene una tranquilidad que no se suele encontrar en otros destinos.
Sin lugar a dudas, Caspalá es uno de los destinos más bellos que hemos conocido en Argentina. Muy bien le queda la condecoración internacional recibida en 2021, ya que toda su magia queda impregnada en las pupilas en las primeras horas de estadía en el pueblo.
Con mucho más por recorrer, nos queda la sensación de querer volver pronto, durante los meses de marzo y abril, cuando el florecimiento de su vegetación presente un paisaje mucho más verde y sus ríos estén más crecidos.
Si bien estuvimos solo un día en este pueblo, era un lugar que veníamos planificando conocer desde hace más de un año. Recorrimos miles de kilómetros para poder llegar y no nos decepcionó en lo más mínimo.
Los enormes cerros, el sinuoso camino, las casas de adobe, las calles empedradas, los rebozos floreados, el atrapante silencio, pero sobre todo, la calidez y humildad de su gente, hacen que Caspalá quede entre los más lindos recuerdos de viaje. Todo es parte de un mágico cuento que no querés terminar de leer.
Gracias Claudia de Hospedaje Santa Rosa por tan cálida bienvenida, por las riquísimas comidas y por brindarnos toda la comodidad en tu alojamiento. También gracias Romi, por acompañarnos a recorrer los hermosos puntos, por las historias que nos compartiste y por ofrecernos los rebozos con tanto cariño.
Caspalá, ya quedaste en nuestro corazón.
Nos volveremos a ver pronto.